Siento tu fiel presencia,
Madre del cielo, Reina y Madre mía.
Has llenado mi esencia
de célica alegría.
Me cobija tu amor, tu paz, María.
Me has vestido de luz,
me llegó el brillo de tus doce estrellas.
¡Qué grande es tu virtud!
Más bella entre las bellas.
Deseo en humildad seguir tus huellas.
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